
UNA VELADA DE ENCANTO, RITMO Y ELEGANCIA CON ON THE MOONLIGHT

Mazatlán, Sinaloa, mayo de 2025.- La luna, siempre musa de los poetas y cómplice de los enamorados, se convirtió en la gran anfitriona del majestuoso concierto “On the Moonlight”, celebrado este viernes en el Teatro Ángela Peralta. La noche no fue solo un tributo a la época dorada del Big Band, sino una auténtica celebración de talento mazatleco, orquestación refinada y glamour escénico.
Con arreglos musicales elegantes y vibrantes del maestro Gerson Leos, cada pieza fue un viaje sonoro por los grandes éxitos del repertorio universal, pero reinterpretado con la majestuosidad de la Camerata Mazatlán bajo la dirección del maestro Sergio Freeman, quien transformó al ensamble en una sofisticada Big Band de época al acompañar la actuación de la mezzosoprano Sarah Holcombe y artistas invitados.
El repertorio desde O Sole Mio hasta Fly me to the Moon, What a Wonderful World, New York, New York y el nostálgico A mi manera, brilló por sus sutiles armonizaciones, brillantes intervenciones de metales y sofisticadas atmósferas de jazz sinfónico.

La mezzosoprano Sarah Holcombe, dueña de una voz profunda, sedosa y expresiva, fue el hilo conductor de esta fantasía nocturna. Oriunda de Mazatlán, Holcombe mostró su dominio vocal, teatralidad y carisma en cada intervención. No solo cantó con pasión, también bailó, interactuó y compartió escena con artistas, coristas, músicos y bailarines, haciendo de cada número un acto compartido y generoso, digno de la diva que no eclipsa, sino que hace brillar.
Su presencia en temas como Torna Surriento, Júrame, Stranger in the Night y The Way You Look Tonight dejó al público extasiado. Su interpretación final de A mi manera/I Did it My Way fue la síntesis perfecta de lo que representó esta noche: autenticidad, entrega y estilo.
Junto a Holcombe, destacaron las voces de: Rebeca de Rueda (soprano): refinada y poderosa, en “Stranger in the Night” mostró elegancia vocal y escénica; Eduardo Tapia (tenor): cálido y encantador en “Fly Me to the Moon” y “Reloj”, con timbre romántico; José M. Valenzuela (bajo): profundo y melódico en “What a Wonderful World” y “Te quiero dijiste”, aportando sobriedad vocal.

El Coro Ángela Peralta, dirigido por María Murillo, fue el alma coral del evento, enriqueciendo con texturas sonoras temas como Granada y Júrame, mientras el pianista Sergio Castellanos brindó cimientos musicales sólidos y delicados.
La puesta escénica se elevó aún más con la presencia de la Compañía de Ballet de Mazatlán que dirige la maestra Zoila Fernández. Las coreografías embellecieron con precisión y poesía cada tema. Entre los momentos memorables, destacan:
“In the Mood”, coreografía de Sandra Fernández Hernández y Carlos Cervantes Trejo: un arranque energético que abrió el telón con vitalidad swing.
“Fly Me to the Moon”, interpretado por Pamela Aguirre Talavera y Oscar Treto Hevia: una danza que flotó con elegancia entre luces tenues y acordes de ensueño.
“What a Wonderful World”, coreografía de Stephany Martínez Hurtado y Gean Lee Panchi Balseca: un cuadro lleno de dulzura y esperanza.
“Quizás, quizás”, coreografía e interpretación de Luz Alicia Bacasehua Morales y Manuel Hernández Suárez: picardía y juego escénico.
“Moonlight Serenade”, coreografía de Juan Carlos Santiago: una evocación al amor bajo la luna, interpretada con gracia por Martha Alcaraz y Juan Carlos Santiago.
“The Way You Look Tonight”, coreografía de Eduardo Blanco, interpretada por Aramara Ayala Verde, Martha Alcaraz y Carlos Claramunt: un número cargado de nostalgia y sofisticación.

El ensamble de la Camerata, con secciones reforzadas de saxofones, trompetas, trombones, percusión y batería, ofreció una ejecución limpia, rítmica y poderosa, digna de las grandes orquestas de los años 40. El aporte del bajo eléctrico de Samuel Chiquete y los solos brillantes de Carlos Betanzos (sax), Jorge Mejía (trompeta) y Román Osuna (batería) convirtieron cada pieza en un espectáculo integral.
Como si la luna misma hubiera querido premiar la entrega del elenco y el entusiasmo del público, el concierto concluyó con una sorpresa que envolvió al teatro en magia: una lluvia de globos dorados y anaranjados descendió desde las alturas del Ángela Peralta, mientras el elenco completo, vestido con trajes de época, lentejuelas, encajes y colores vibrantes, recibió una ovación larga y emocionada.
Las luces, los aplausos, las sonrisas y los abrazos convirtieron el escenario en un salón de baile suspendido en el tiempo. Una noche donde el pasado y el presente se abrazaron a ritmo de swing, bolero, jazz y balada, bajo la luz hechicera de una luna que, en Mazatlán, siempre brilla más fuerte.
On the Moonlight fue más que un concierto, fue una experiencia sensorial, una postal sonora y visual de una época en la que el arte se vestía de gala… y la música, simplemente, enamoraba.
